miércoles, 3 de junio de 2009

Malika Mokkeddem. escritora


Malika Mokkeddem nació el 5 de octubre de 1949 en Kenadsa, un pequeño pueblo minero en el límite del desierto occidental de Argelia. Es la menor de diez hermanos en una familia analfabeta nómada recien sedentarizada. Creció escuchando las historias de su abuela beduina Zohra, y fue la única niña de su familia y del poblado que asistió a la escuela secundaria. Cursó la carrera de medicina en Orán y terminó estableciéndose en la ciudad francesa de Montpellier en 1979. Practicó su profesión hasta 1985, cuando decidió consagrarse a la literatura.


La Prohibida, extracto


… Cuando a la pobreza se le añade ignorancia, el mal más insignificante evoluciona hacia lo incurable, hacia lo mortal. Existen lugares en los que la vida no es nada más que una muerte viciosa que se deleita y se toma su tiempo…
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… El resplandor del cielo es una risa diabólica que barre los últimos gemidos.
Cielo negación, lamentaciones miserias concentradas, a él le da igual. Las histerias del viento, las orgías de silencio, a él le da igual. El sol que fanfarronea, que se incinera a sí mismo por que no hay nada más que quemar, a él le da igual. El torbellino de arena que susurra y hace melindres, la noche que entinta estrellas furtivas, a él le da igual. La noche teatral , que se cree fatal, que se pierde o se evade tras una luna con sonrisa de madame. El día curtido, el día condenado, sus alucinaciones, sus espejismos, el día dividido entre abismo y hoguera, a él le da igual. Él cubre el desprendimiento de lo humano con una arrogancia inmutable…

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…A fuerza de ser siempre de otra parte, te vuelves necesariamente diferente, interesas, te preguntan o chocas, eres una peculiaridad móvil en el tiempo, en el espacio y en las distintas ideas que la gente puede hacerse del extranjero. Pero figúrate, tan incómoda como pueda resultar, a veces, esa piel de extranjera en todas partes, también es cierto que te da una libertad inestimable ¡Yo no lo cambiaria por nada del mundo! Tampoco oculto nunca nada. Y los rumores y críticas en general, no hacen sino acentuar el júbilo que me produce toda transgresión…

…- No me gusta el olvido. El olvido es un agujero; rebobina al revés. Es una palabra de la tierra, el olvido…

……

- Creo que eres una mujer de excesos.-
-¿Mujer de excesos? ¿Acaso es un exceso el sentimiento de la nada? Estoy más bien en el medio, en una línea de fractura, en todas las rupturas. Entre la modestia y el desdén que desgasta mis rebeliones. Entre la tensión del rechazo y la dispersión que procuran las libertades. Entre la alienación de la angustia y la evasión a través del sueño y la imaginación. En un espacio intermedio que busca la confluencia entre el Sur y el Norte y sus puntos de referencia en dos culturas. –

……

-Para empezar, la arena no es tierra. La arena lleva el sol dentro. Yo me digo que la arena ha caído del sol. Que no es de la tierra. La arena hace luz y chispas. La tierra no hace más que barro o polvo. En verano puedes andar descalzo por la tierra, pero no puedes hacer lo mismo por la arena. Te quemarías los pies con muchos grados. Y además, la arena se mueve va a todas partes; hasta se te mete en la boca y en los ojos cerrados. La duna se desplaza. Cambia de forma. Algunas veces es como el pecho de una mamá muy gorda, otras veces como su barriga. Otras, como unas nalgas o una espalda rezando. La arena hace agujeros de sombra y aros de fuego. A veces tiene escalofríos. A veces la piel lisa. Y también vuela la arena. Entre el viento, llega hasta el cielo. Apaga el cielo. Entre el viento, viaja, grita, llora, baila y canta como Bliss. (diablo).-

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-No, tú dejas huellas al andar. Mira tus huellas. Toda la gente de la vida deja huellas. Así la muerte puede vigilarla. Aunque lleve zapatos, está atada a la tierra por las huella. Y luego un día, la muerte los rebobina.-

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-Pues Samia también lo dice. Dice que la gente no mira, que fisgonea. Te pegan los ojos a la piel, te los pegan hasta en la sangre, como sanguijuelas, como langostas, por todo el cuerpo, hasta por debajo de la ropa, y hasta te hacen bolas en el pecho.
Mi hermana dice que con todas las prohibiciones del desierto, de Alá, de las costumbres de nuestras madres, del hambre y de la sed, los ojos tienen la miseria concentrada, el infierno entero en la pupila. También dice que por culpa de ese infierno, los ojos queman y están quemados; no pueden mirar, solo pueden fisgonear…

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